viernes, 5 de septiembre de 2014

Industrialización de la cultura

La clave en el texto que desarrolla Rowan radica en proceso de industrialización y mercantilización de la cultura. De este modo se produce un proceso de mercantilización e industrialización de las industria culturales destacando su valor simbólico intrínseco transformado en valor económico. Como consecuencia, “en vez de concebir las prácticas culturales como un gasto se pasa a proponerlas como recurso para desarrollar la economía, atraer inversiones y generar empleo” (Yúdice, 2002).

Desde esta visión se observa que la causa de la transformación de este proceso puede encontrarse si se consideran los paradigmas de políticas de comunicación y medios que detallaron Van Cuilenburg y McQuail, marcando un cambio de paradigma desde el inicial que se enfocaba en el interés estatal y beneficios financieros corporativos, al nuevo paradigma en el que los gobiernos tienden a privatizar los medios. De manera similar, “la globalización de la comunicación y la permeabilidad de las fronteras nacionales por los medios multinacionales son también nuevas en la escala de su impacto.” (Van Cuilenburg y McQuail, 2003)
En este punto se destaca la lógica comercial-financiera que caracteriza a los procesos de concentración que se dan en casi todo el planeta. “Pero América Latina no constituyó un caso aislado en el contexto mundial. A partir de los 80, se relajaron las legislaciones nacionales y dio comienzo a un feroz proceso de concentración internacional de las industrias infocomunicacionales”. (Becerra; Mastrini, 2009, p.46) De hecho, América Latina asumió un rol subordinado respecto de los grandes grupos que dominan el escenario planetario, con lo que se plantea un escenario de concentración interna y externa, en el que imponen finalmente las reglas de los grandes grupos internacionales ante la complicidad de los estamentos políticos gobernantes locales.
Esto demuestra que los efectos de la mercantilización e industrialización desembocan en las condiciones de concentración e internacionalización de las industrias culturales. “En paralelo con ese devenir mercantil general, las últimas décadas han traído consigo transformaciones mayores en las industrias culturales en varios planos fundamentales estrechamente interrelacionados: de un lado, el grado de concentración de los agentes nacionales y su articulación internacional; por otra parte, la lógica de integración que, sin confundir los diferentes modelos y sectores, ha imbricado crecientemente a los productos y los sectores de las industria culturales.” (Bustamante, 2003, p.27) A esto hay que sumarle la incidencia de la aplicación de las técnicas del marketing que se instalan no sólo en las industrias culturales sino en todos los mercados como método de maximización del comercio.
Según datos del SInCA, en Argentina el 89% de los sellos musicales se encuentra en la ciudad de Buenos Aires, lo que evidencia además una producción altamente concentrada geográficamente. “La ampliación de las posibilidades técnicas se produjo en un escenario de alta concentración económica, donde las majors, principales compañías del mercado, se habían alzado con la mayoría de los derechos legales sobre los repertorios existentes. Las ventas se encuentran monopolizadas por las 4 grandes empresas, conocidas como las majors”. (SInCA, 2011)
De hecho, se observa una concentración y transnacionalización estructural que caracteriza al conjunto de las industrias culturales, esto se vincula con los altos índices de concentración económica y geográfica que presenta nuestro país. La aglomeración metropolitana se relaciona también con la concentración económica de las industrias culturales. De hecho, la digitalización y los avances tecnológicos en la música en este momento que se está atravesando muestran los nuevos recovecos de acción musical que ha inaugurado la red, generando nuevas estrategias de producción y consumo musical, como también nuevos conflictos y enfrentamientos, y reinventado nuevas relaciones con los usuarios.  
Para completar es adecuado preguntarnos que cuando hablamos de expresiones culturales estamos hablando de bienes simbólicos, la función simbólica que tiene toda mercancía cultural y el contenido inmaterial que representa. Así la misma industria entra en contradicción al transformar bienes simbólicos en bienes económicos.

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